La vida de las mujeres en el mundo urbano durante la Edad
Media está caracterizada por ser una vida monótona, donde siempre se hace lo
mismo, excepto en las fiestas.
La situación de las mujeres se diferencia en tres categorías
claras, pues es distinta la vida de una soltera que la de una casada, y a su
vez son distintas de la de una viuda. La viuda es la que tiene mayor libertad
de acción, pues no tiene un marido o padre que la controle, y si conocían un
oficio, como por ejemplo la viuda del artesano, podía trabajar por su cuenta.
Los espacios donde desarrollan las mujeres su vida son la
casa y la iglesia, y fuera de la vida pública se pueden incluir los conventos.
Atender la casa y acudir a la iglesia eran sus principales tareas, aunque
también podían acudir a las fiestas, el elemento que rompía la monotonía.
No estaba bien visto que una mujer estuviese por las calles,
y tampoco por el mercado. Esto es la teoría, lo que la opinión pública
reclamaba, pero en la práctica hay mujeres en las calles y en el mercado urbano se va
produciendo un fenómeno de feminización, y van a ser las mujeres las que ocupen
el lugar de acudir a este lugar. Destacan en el mercado trabajos
preminentemente femeninos, como el de sardinera. También existían gremios
femeninos, como el de las bordadoras, gremios que no se asociaban con los
gremios masculinos en relación. Los gremios femeninos eran muy estrictos,
pudiendo sólo llegar a maestra las hijas de las maestras. Los gremios femeninos
son una muestra que con el paso del tiempo no todo es evolución: en la Edad Media
estos gremios femeninos estaban permitidos y funcionaban, pero en la Edad Moderna
fueron prohibidos, y pasaría mucho tiempo hasta que la mujer pudo formar parte otra
vez de una actividad manufacturera.
Pasando al tema de las obligaciones domésticas, que es lo
que hacían todos los días, y por tanto es uno de los puntos más importantes
sobre su vida cotidiana, destacan toda una serie de labores. Una de las más
importantes era la de abastecer a la casa de agua. Para ello debían ir a la
fuente o pozo, y esto entrañaba un peligro, pues al ir solas cabía la
posibilidad de que fuesen violadas. Este es un tema espinoso, pues al
producirse una violación la mujer debía demostrar que realmente fue violada,
pues podía ser declarada adultera y ser condenada por ello. Por ello las
mujeres solían ir juntas al pozo, para evitar problemas, y además con esto
tenían un espacio de esparcimiento, donde se podían relacionar con otras
personas ajenas a la familia.
Otra obligación era abastecer a la casa de fuego, e ir a los
bosques a por madera para ello, y con este fuego cocinaban, calentaban la casa,
iluminaban, etc…
Sus trabajos se consideran domésticos, y por ello no son
remunerados, a pesar de que existían los oficios de aguador y de vendedor de
leña, que por el mismo trabajo si obtienen esos beneficios.
También debían tener la casa abastecida de alimentos. En el
huerto familiar trabaja la mujer, que se encarga de mantener los frutales, el
gallinero, y los cristianos solían tener un cerdo y una oveja.
En el huerto familiar se produce todo lo que se necesita
para que la familia se pueda abastecer.
Además las mujeres tenían que tener la casa abastecida de
ropa, por lo que parte de su día era tejer con esa lana que sacaban de la oveja
de la casa.
Luego había otro tipo de obligaciones, como la de sanar a
los miembros de la familia. Sanaban con un conocimiento empírico que se
transmitía entre las mujeres que formaban el núcleo familiar, no estaban
escritos.
Todos estos conocimientos eran más eficaces que los que tenían
los hombres que iban a las facultades de medicina, y por ello a partir del XIII
se comenzó a extender que las mujeres no sanaban por ciencias, sino por
brujería, y tenían que tener cuidado al ejercer estas actividades pues podían
llegar a ser acusadas de brujería y condenadas.
Ellas también daban la palabra a los hijos, es decir, les
enseñaban el lenguaje a los niños.
El tiempo de los hombres estaba dividido en día y noche,
pero el de la mujer no estaba dividido, y debía trabajar tanto de día como de
noche, como cuidando a un hijo enfermo.
La vida de la mujer está completamente ocupada siempre, pero
estas actividades no quitaban que tuvieran presencia en las ciudades, que se
las viese, formando así parte de la comunidad.
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